China a través del espejo

La actriz Anna May Wong. Por Edward Steichen. Vanity Fair, 1931.

La actriz Anna May Wong. Por Edward Steichen. Vanity Fair, 1931.

Las influencias concretas del arte y la cultura china suelen disolverse entre las distintas corrientes orientalistas que repetidas veces han atravesado la historia de la moda occidental. Como ejemplo de esa disolución, cabe recordar la anotación que hacíamos en una entrada anterior, cuando referimos que hacia el siglo XIX se diseñaron y bordaron patrones florales chino-japoneses, donde el potencial estético de ambas culturas se fusionaba en una sola imagen evocadora de Oriente. Por corriente orientalista, se entiende la pasión que Occidente ha cultivado, desde siglos atrás, respecto a la estética de los pueblos del oriente medio y lejano, incorporándola a sus artes decorativas y, evidentemente, a su moda.

Sin embargo, dicha pasión ha sido politizada, especialmente a partir de 1978 cuando Edward W. Said lanzó su revelador libro Orientalismo, el cual constituye una crítica a la visión de Occidente sobre Oriente; por considerar que el primero ha utilizado la cultura de aquéllos pueblos como una suerte de chivo expiatorio de sus propios deseos, cohibidos en parte por una moral pacata; diríamos, típicamente victoriana. De este modo, el erotismo, la sensualidad y cierto desenfreno invaden el imaginario que la cultura Occidental ha construido frente a Oriente, viendo en éste último una posibilidad de realización de sus propios deseos más indecibles, los cuales materializa en representaciones como las del arte, el cine, la literatura y la moda. Continuar leyendo…

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