Moda masculina: más calle y música que escenarios de moda

Por William Cruz Bermeo

Dior Homme. Por Kris Van Assche, otoño 2015.  © Yannis Vlamos/Indigitalimages.com.

Dior Homme. Por Kris Van Assche, otoño 2015.
© Yannis Vlamos/Indigitalimages.com.

Hoy la moda femenina cambia con más celeridad que la moda masculina. Sin embargo, hacia finales de la Edad Media hombres de poder político y militar lideraron la idea del cambio constante en la apariencia. Y para entonces las críticas contra la moda iban dirigidas a caballeros cuya excesiva atención a los detalles de su imagen se interpretaba como «un asalto travestido al estilo marcial del pasado». Así lo expone Diane Owen Huges en Las modas femeninas y su control, un ensayo donde se pregunta por qué si la moda era un asunto de hombres, las críticas al respecto recaerían definitivamente en las mujeres. La pregunta, en ese contexto, cobra sentido porque desde entonces y hasta la Revolución Francesa las modas de hombres y mujeres rivalizaron entre sí por su fantasía y ostentación, ambas participaban de la misma teatralidad aunque hubiera unos límites de género claramente definidos.

En resumen, ya en el amanecer del siglo XIX en la moda masculina se respiraba una atmósfera de austeridad y uniformidad, de renuncia al adornamiento ostensible y este se reservó más bien a la indumentaria femenina. Por ejemplo, la Alta Costura, sinónimo de ostentación, durante su glorioso siglo de imposición de la moda, 1860-1960, se especializó exclusivamente en moda femenina. Ninguna firma dentro de esta industria tuvo líneas masculinas; excepto Lanvin, que lo hizo en 1926. Continuar leyendo

El jardín de la moda: diseños florales y botánicos

Por William Cruz Bermeo

La naturaleza floral y botánica ha sido fuente inagotable de inspiración para engalanar el cuerpo; sus colores, formas y aromas permiten desplegar el instinto humano por ornamentarse. Ambas han sido materia prima para la producción de colorantes, fibras y fragancias; los diseñadores textiles las han plasmado en sus tejidos y algunos creadores han adoptado flores como su sello distintivo: la rosa de Paul Poiret, la camelia de Chanel, el lirio del valle de Christian Dior o la margarita de Mary Quant. Hoy en día, tras siglos de su implantación en la moda, los diseños de flores y follajes continúan floreciendo.

Comme Des Garçons, por Rei Kawakubo. Otoño de 2012. © Yannis Vlamos/GoRunway.com.

Comme Des Garçons, por Rei Kawakubo. Otoño de 2012. © Yannis Vlamos/GoRunway.com.

En el siglo XVII la indumentaria era ya un jardín florecido en el que tejedores, bordadores y estampadores expresaban su arte impulsados por los gustos de la clientela e influenciados por los exóticos textiles provenientes de Oriente, más las distintas expediciones botánicas que con sus herbarios y dibujos a modo de inventarios servían de guía para el diseño de motivos que cada vez ganaban más realismo; especialmente para el siglo XVIII, cuando en Francia los tejedores revolucionaron el oficio logrando motivos tridimensionales que superaban en verosimilitud a los diseños esquematizados de los antiguos textiles de Oriente. Para ello recurrieron a tonos claros y oscuros, generando la impresión de volumen e introduciendo así los principios de la pintura en el telar. Esto a su vez se tradujo en diseños de flores y ramilletes gigantescos que hacían ver los vestidos como un rebosante jardín del Edén.  Continuar….

Ropa deportiva, del campo de juego a la vida cotidiana

Por William Cruz Bermeo

«La cultura humana brota del juego —como juego— y se desarrolla en el juego

Y-3, por Yohji Yamamoto. París, otoño 2014. © Monica Feudi/Feudiguaineri.Com

Y-3, por Yohji Yamamoto. París, otoño 2014. © Monica Feudi/Feudiguaineri.Com

La cita corresponde a la introducción de Homoludens, el libro donde Johan Huizinga propone que la lúdica ha sido crucial para el desarrollo de la cultura humana. Para él la cultura era el resultado de un juego donde se establece un conjunto de reglas con el cual se instituyen los roles que cada individuo desempeña en la sociedad. Distribuirlos supone distinguir a los integrantes del juego social por sus orígenes, rangos y funciones, mediante signos expresados en la apariencia vestida. Esta misma lógica aplica a los uniformes deportivos, diseñados no solo para distinguir un juego, los jugadores o a un equipo sino también para responder a las necesidades de movilidad física que demanda cada deporte; y aunque la ropa deportiva ha sido creada para dichos fines se ha trasladado de los campos de juego a la vida cotidiana, y de allí a las cumbres más elevadas de la industria de la moda.

 Hacia finales del siglo XIX, bajo la incitativa de crear unos juegos olímpicos, inspirada en la antigua Grecia y teniendo como referencia los juegos realizados en Olimpia desde siglo VIII A. C. hasta el IV D.C., algunos juegos pasarán de ser un entretenimiento a convertirse en deportes modernos puesto que desde entonces contarán «con una institucionalidad» y una «organización selectiva»,  pero no todavía con indumentarias pensadas para su ejecución. Ese será un proceso que se desarrollará a lo largo de los años venideros; por tanto podemos afirmar que la ropa para los deportes es uno de los sucesos relevantes del siglo XX, que surge en respuesta a esa institucionalización del deporte. Continuar…