
Carátula de El aire de Chanel, Tusquets (Colección Fábula) 1999.
Gabriel Chanel, conocida simplemente como Chanel, es quizás uno de los personajes más legendarios en la historia de la moda. A ella se le atribuye una interminable lista de innovaciones sartoriales, cuya autoría puede ser puesta en cuestión a la luz de fuentes históricas bastante confiables; pero como aseguraba Karl Lagerfeld, podríamos pasar veinticuatro horas narrando historia de la moda y diciendo quien fue el primero en hacer una cosa o la otra, sin embargo la gente hoy en día pareciera recordar más a Chanel que a cualquier otro colega contemporáneo suyo. Esa afirmación del modisto conduce a preguntarnos qué ha hecho de ella un personaje tan recordado, recordado al punto de convertirse en leyenda. Pues bien, sucede que parte de esa leyenda tiene que ver con la manera en que la misma Chanel narró la historia de su origen a sus contemporáneos; Edmonde Charles-Roux, la más célebre biógrafa de Chanel, sostiene que su niñez la pasó en un orfanato en Aubazine, luego se trasladó a Moullins donde eventualmente asistía a un cabaret y allí empezaría sus primeros encuentros con la clase alta, gracias a su relación con Étienne Balsan y posteriormente con Boy Capel. Esta es la misma historia que nos han contado las recientes películas sobre la vida de Chanel. Sin embargo, El aire de Chanel, no registra estos hechos, simplemente porque este libro contiene la versión de la niñez de Chanel idealizada, contada por Chanel. Una versión desembarazada de la miseria que de niña le tocó vivir, de ese pasado tormentoso del que —según Charles-Roux— siempre intentó huir; eso es lo valioso de este libro. En él no aparecen orfanatos ni monjas maltratadoras, sólo dos tías avaras y relatos sobre su relación con una serie de personajes de los mundos del arte, de la música y de la danza, que hicieron parte de su círculo cercano de amigos. Deja ver su visión de la vida y del trabajo, su polémica postura frente a los modistos homosexuales, pero sobre todo su idea de la moda. Un libro maravilloso cuyos relatos clarifican que ella fue la principal creadora de su propia leyenda. El texto fue escrito por su amigo Paul Morand tras un encuentro con ella en 1946, y publicado veinte años después.